En los Andes, la elaboración textil es una tradición milenaria, cuyo auge institucionalizado triunfó, bajo el Estado Inca. De hecho, los incas habían integrado la especialización, en el área textil, en su sistema educativo. La más conocida de estas instituciones de alta especialización, fue el “Akllawasi”, compuesto por la juventud femenina (akllakuna) rigurosamente seleccionada quienes vivían y laboraban bajo la rectoría y administración de las “mamakuna” (Mujeres maduras, formando un equipo jerarquizado de especialistas).
La técnica y estética del textil habían sido desarrolladas a un alto nivel, en base a lo heredado de civilizaciones predecesoras, de tal manera que las piezas textiles eran verdaderas biblias visuales que mostraban toda una ‘doctrina’ que, a la vez, era ofrenda y alabanza, basada en la belleza. Tener puesto un “unku” (Túnica) era vestir un cosmos ideológico, sobre los hombros. También, los textiles fueron usados como prendas ceremoniales, tanto para la vida diaria, como para la muerte.
Con el establecimiento de la Colonia Española (1532), la producción textil pasó a los llamados obrajes; instituciones españolas, dedicadas a la producción masiva de textiles, para servir los intereses de sus propietarios quienes, en su mayor parte, eran encomenderos, guiados por la demanda mercantil de la época.
La proliferación de los obrajes (1570) fue en desmedro de la calidad y del contexto original del textil prehispánico. A eso, habría que sumar las restricciones, como parte de la política del Estado Colonial, como, por ejemplo, las ordenanzas, emitidas en Chuquisaca, por el Virrey Toledo (1574 ANB.EC. 1765 n. 131, citado por Teresa Gisbert, Silvia Arze, Martha Cajías Arte textil y Mundo Andino, pag. 10)quien dispuso: “(…) y por cuanto dichos naturales, también, adoran algún género de aves y animales, y para dicho efecto, los pintan e labran en los mates que hacen para beber y de plata, y en las puertas de sus casas, y los tejen en los frontales, doseles de los altares, e los pintan en las paredes de las iglesias. Ordeno y mando que los que hallaren los hagáis raer y quitareis de las puertas donde los tuvieron, y PROHIBIREIS QUE, TAMBIÉN, LOS TEJAN EN LA ROPA QUE VISTEN, poniendo, también, sobre esto, especial cuidado.” Esto muestra que, igualmente, elementos del sistema religioso andino eran plasmados en los textiles.
Hoy, la práctica del tejido, entre los comuneros alto-andinos es uno de los legados culturales más vigentes, a lo largo de los Andes. Entre adaptaciones y cambios, muchas técnicas, tipos de telares y patrones culturales, subyacentes a la cultura andina, siguen siendo usados y aplicadas en los textiles contemporáneos, en comunidades alto-andinas. Uno de estos patrones es la función del textil, como parte de un sistema de comunicación.
TEJIENDO CONOCIMIENTO Y ACTUALIZANDO MITOS Y PATRONES COSMOGÓNICOS
¿Que implica aprender a tejer una pieza de textil andino? la investigadora Ruth Corcuera afirma que: “Pensar en los textiles, tanto históricamente, como en la actualidad, remite al abrigo y, a la vez, a la comunicación. Lo visual y lo táctil entran en juego. Los textiles han sido y aún son portadores de mensajes que se trasmiten, mediante sus múltiples desplazamientos, no sólo geográficos, sino, también, por permanencias, a lo largo del tiempo” (Abal de Russo, 2010. Arte Textil Incacico. Prólogo, P.19).
En efecto, “esto es iconografía de lectura (leey pallay)”, dice Pedro, de la Comunidad de Accha Alta, quien es nuestro profesor, en Apulaya, mostrándonos un conjunto de iconografías, tejidas por él, en su poncho. Así, pues, actualmente, en la perspectiva de los tejedores andinos, una pieza textil es un panel de información, aparte de ser un textil útil y/o un atuendo.
¿ES UNA FORMA DE ‘ALFABETIZACIÓN’ TEXTIL?
Dado que tejer íconos implica plasmar información, un estudiante que ingresa al aprendizaje del mundo textil andino, para entender racionalmente lo que está tejiendo, necesita tener, mínimamente, nociones acerca de cosmología y aspectos de astronomía andina, ecología desde la perspectiva indígena, mitología, sistema religioso y espiritual, ciclo de la reproducción y crecimiento de las plantas y animales, ciclos de los astros y del calendario ritual, ya que informaciones de este tipo son trasmitidas en la iconografía, de manera polisémica. Por lo tanto, se debe considerar que esta forma de transmisión de información, vía textil, es tan antigua, como el hombre, en los Andes.
EL TEXTIL ANDINO Y SU LENGUAJE TÉCNICO
El término utilizado para el acto de tejedores quechuas es “away” que se refiere a la acción de tejer o a las piezas mismas. La pieza textil se obtiene por medio del entretejido de hilos y, en el caso del telar de cintura, esta técnica se denomina “pallay” que, según el diccionario de la Academia Mayor de Lengua Quechua (AMLQ, 1995), en Cusco, quiere decir ‘recoger o recolectar’. Sin embargo, también, “pallay” puede hacer referencia a un conjunto de iconografías, en una pieza textil.
Existe un lenguaje técnico, utilizado por los tejedores, con relativas variaciones, según la región. Parte de ello tiene que ver con el pensamiento filosófico andino. Por ejemplo, las partes de un telar, como ‘dientes’, ‘nuca’ y ‘corazón’ tienen su razón de ser. Asimismo, el conteo de hilos, al tejer, se hace en pares, de tal manera que un estudiante que se inicia en el mundo del textil andino, ya, por ahí, empieza a introducirse al pensamiento dual.
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